jueves, 22 de marzo de 2012

Mañana porteña.

La plaza es un desfile de profetas y locos,
Bohemios y rameras,
Un mundo de solos…
(Federico Maurantonio; 1999)



La plaza; un caso de multiculturalismo.

Mañana porteña.

Lic. Luis Federico Maurantonio Salinas


El sol de primavera ilumina la populosa ciudad asombrosamente vertiginosa, al decir de un rosarino inmerso en este ritmo. El ómnibus del Tour recorre los lugares clásicos, pero acaparan toda mi atención las innumerables plazas capitalinas. A fuer de ser sincera no reparé en sus nombres, pero sí en la cantidad de gente que gozaba de su verdor relajante y ambiente acogedor: jóvenes leyendo, niños jugando con sus mascotas, jovencitas en bikini tomando los primeros soles de temporada, pero fue una en especial, de la que sí recuerdo su nombre, Plaza Miserere, la que acaparó toda mi atención, mi inquietud, sorpresa y una profunda intención de profundizar en el porqué del fenómeno: tenía un tiempo prudencial para recorrer la zona, tiempo que dediqué en caminar varias veces por la plaza; todo lo que allí sucedía era de una diversidad llamativa, religiosamente se conjugaban en puntos diferentes: una predicadora cristiana con panderetas y entonando cánticos de alabanza rodeada por sus seguidores, a pocos metros un grupo de preadolescentes sentados en el césped con su catequista, tal vez, por el rosario típico del católico que colgaba de su cuello. No mucho más lejos unos judíos, investidos con sus tradicionales kipás, departían a la sombra de uno de los tantos frondosos árboles de la plaza.

Distanciados de la policromía religiosa, yuppies, rompiendo con su cotidiana estética, corbatas bajas, sándwiches y gaseosas en mano, gozaban de un descanso reparador.

Para no ser menos un corro de abuelos felices también disfrutaban del lugar con una dilatada partida de damas.

Siguiendo con mi mirada extasiada ante aquello que nunca me había detenido a observar, con el cabal sentido de la palabra observar, aparecieron los “locos lindos de la plaza” que ofrecían cada uno a su manera espectáculos “très bizarre”: una dama de harapos alimentando gatos que evidentemente tenían su hogar en el colosal monumento central de la plaza; un vagabundo filósofo y predicante de su mundo interior, ajeno de la realidad circundante, sólo y único en medio de tanta gente, y por último algo que me causó mucha angustia, una turba de pensamientos me asaltó cuando vi a aquella pobre mujer pintada abusivamente, con un vestido de colores sobre el cual llevaba puesta una bombacha rosada, luciendo una vieja cartera en su brazo, yendo con paso apresurado en busca de un ómnibus y hablando con quien sabe qué amigo invisible cómplice de su recóndita vida de quimera.

La plaza colmada, como nunca vi una.
Mi imaginación volaba hilvanando historias: de lo místico a lo lúdico, de la cordura a la locura en un tris. Todo conviviendo en el mismo lugar…

Los últimos rayos del sol se fugaban entre los árboles, las luces de la ciudad se encendían y la penumbra inundaba la plaza; un recambio de actores sociales: parejas de enamorados, ignorados por los trabajadores que cruzaban presurosos el predio en busca del tren o micros y algunos jóvenes con reminiscencias hippies tocando la guitarra como si Arco Iris fuese la banda del momento…

Con esta música me fui caminando lentamente dejando atrás esa parte de la vida citadina que de ser pintor me hubiese gustado plasmar en un lienzo, chapaleando en un collage de propaganda política abundante y rumorosa.

Como en mito del eterno retorno: “la plaza siempre está”.


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El enfoque multicultural nos lleva cotidianamente a analizar los hechos como una constante donde la mayoría de las veces el objeto de estudio no coincide con lugar de estudio. En este caso nos remitimos a la observación no participante de un actor social.

Las investigaciones en el campo de las ciencias sociales lamentablemente tienden a caer en un reduccionismo formal. Ideas, valores, conceptualizaciones, diferentes formas de la conciencia hacen al desarrollo de la dialéctica interna de los grupos sociales, mas no como cuestiones aisladas sino en determinados contextos sociales en los cuales se adaptan, o como señala Geertz, “son estimuladas”, “porque es menester comprender tanto la organización social como los sistemas de ideas que las animan.”

Para comprender, interpretar una cultura, es más que necesario entender cómo piensan los actores sociales en cuestión, cómo “actúan”; el pensamiento de los mismos se desarrolla como un constante intercambio de experiencias, gestos, ritos, sonidos, imágenes, sueños, sobre los cuales se aplica, se “imprime” una significación.

Los actores sociales dan sentido a los hechos que se suceden en su medio a partir del ordenamiento de esos símbolos significantes: “el estudio de la cultura es el estudio de los mecanismos que emplean los individuos y los grupos de individuos para orientarse en un mundo que de otra manera sería oscuro.” (Geertz; 1992)

El mundo diario en el que viven los actores sociales está habitado por personas positivamente caracterizadas, y son los sistemas simbólicos los que otorgan estas características.

Una futura investigación de la “vida” en la Plaza sería un abordaje que nos llevaría, como señala Auge, a comprender que el etnógrafo esta ubicado en alguna parte "el aquí y el allá", el que vive y comparte y, el que observa ajeno, como se refleja en esta cita: “El lugar común al etnólogo y a aquellos de los que se habla es un lugar, precisamente” (Auge, Marc. 2004 “Los no lugares” Editorial Gedisa p.49).

Así nos encontramos con el concepto de "lugar antropológico” entendiendo como tal a un espacio físico, donde confluyen las creencias, actos sociales y eventos temporales de los actores y, que dan forma a su cultura, siendo la identidad del lugar la que lo reúne y finalmente lo une.

La Plaza, en el contexto que nosotros planteamos reúne características de lugar y de No lugar (hasta hace poco, demasiado, descuidados por las ciencias sociales); lugares que se manifiestan como sitios que comparten rasgos en común, que se consideran identificatorios, relacionales e históricamente comprobables. Podríamos ejemplificar con lugares como las universidades, los mercados, los sindicatos, etc.; lugares conmemorativos y concretos, que dan cuenta de la memoria colectiva de un pueblo; y aquellos lugares que no encuentran su espacio dentro de estos rasgos, y se definirían como un no lugar. La postmodernidad es comúnmente generadora de no lugares, ya que, individualiza las necesidades humanas limitando la socialización. Estos “no lugares” son tramos de paso, pasajes de transito que están normados por reglas sociales adquiridas dentro de cada cultura, no impuestas, si no que, socialmente aceptadas. (Patricio Merino,2010) Ejemplos de un no-lugar serían una autopista, una habitación de hotel, un aeropuerto, un manicomio, un supermercado y en algunos casos – diferenciándose de una Plaza de Mayo por ejemplo – una plaza de las tantas de las que hay en las ciudades de nuestro país que no tienen ninguna connotación histórico política relevante.

La Plaza en cuestión y su respectivo análisis nos arrojaría sin duda alguna una aproximación concreta a un concepto de interpretación de la relación entre los actores sociales y los lugares cotidianos, adosándoles como atractivo peculiar la incorporación de elementos tecnológicos que influyen en estas relaciones (celulares, ipods, ipads, mp5, etc)

El "mundo" puede ser presentado - y representado - de tantas maneras como mentes lo piensen y lo manifiesten en los hechos de su vida cotidiana, en relación constante con las manifestaciones de los demás actores sociales, pertenezcan o no a su mismo grupo. Estos otros mundos que se "materializan" se hacen por demás de reales en la observación, participante o no; pero nunca serán en vano los esfuerzos intelectuales que realicemos por acercarnos a verdades no de "entrecasa".

Como señalara el padre de la antropología hermenéutica, Geertz, los antropólogos no cazamos dragones, nos conformamos con domesticarlos.



Rosario, 29 de octubre de 2011.

El tiempo que va pasando...


Qué te sugiere el paso del tiempo?... Debatamos.

domingo, 2 de octubre de 2011

Para pintar el silencio...



Para pintar el silencio

A veces pasan las cosas como también pasa el viento
Y otras veces la nostalgia le pone el pecho al recuerdo
Como si fueran colores para pintar el silencio.

Los miedos y la amargura suelen tapar la alegría
Mas cuando duerme la luna se despierta un nuevo día
Con soles que Dios nos manda para encender nuestra vida

Dolores y desencanto a veces van de la mano
Pero cuando uno es fuerte y siempre limpio ha jugado
Prefiere quedarse sólo que tan mal acompañado

Qué dura que es esta vida, si cuesta ganar el cielo!
Oculté yo tus mentiras creyendo en tu amor sincero
De todo lo que has robado no me queda ni un: te quiero…

De amores que han fracasado está repleta la historia
Pero si no son amores se limpia nuestra memoria
Dejando que el tiempo lleve eso qué el alma no borra

Escuchar lo que uno quiere es un error muy severo,
El Diablo mete la cola donde Dios no puso esmero,
Mejor es echarse al mazo para barajar de nuevo

Que nunca cante de amores aquel que nunca ha amado
Y que nunca se arrepienta quien siempre todo lo ha dado
Mejor entregarlo todo, no dejar nada guardado…

martes, 11 de enero de 2011

Ciencia y Religión: el eterno debate.



Fue en septiembre de 2010 cuando el periódico británico The Times adelantó un extracto del libro «The Grand Design», del conocido astrofísico –y ateo– Stephen Hawking. El titular del periódico londinense no podía ser menos llamativo: «Hawking: Dios no creó el universo».

La parte polémica de «The Grand Design» era, sobre todo, la siguiente: «Dado que existe una ley como la de la gravedad, el Universo pudo y se creó de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada, es la razón por la que existe el Universo, de que existamos. La creación espontánea es la razón de que exista algo, de que exista el Universo, de que nosotros existamos. No es necesario invocar a Dios».

Recordé todo esto a raíz de la homilía que dio Benedicto XVI el 6 de enero de 2010 –Solemnidad de la Epifanía del Señor– en la basílica de san Pedro.

El Papa desarrolla la homilía en tres encuentros de los «magos» con 1) Herodes, 2) «los estudiosos, los teólogos, los expertos que lo saben todo sobre las Sagradas Escrituras» y 3) la estrella. Y es aquí, en este tercer momento, donde algunos han querido ver una respuesta del Santo Padre a Hawking (por ejemplo el blog sobre religión de la agencia Reuters).

Desde luego que no lo es, pero sí ofrece una reflexión profunda y corta que además da pie para la reflexión personal. Dijo el Papa:

«Debemos volver al hecho de que esos hombres buscaban las huellas de Dios; buscaban leer su “firma” en la creación; sabían que “los cielos narran la gloria de Dios” (Sal 19,2); estaban seguros, de que Dios puede vislumbrarse en lo creado. Pero, como hombres sabios, sabían sin embargo que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en búsqueda del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios movido por la fe, como es posible encontrarlo, incluso se hace posible que Dios se acerque a nosotros. El universo no es el resultado de la casualidad, como algunos quieren hacernos creer. Contemplándolo, estamos invitados a leer en él algo profundo: la sabiduría del Creador, la inagotable fantasía de Dios, su infinito amor por nosotros. No debemos dejarnos limitar la mente por teorías que llegan siempre sólo hasta un cierto punto y que -si miramos bien- no están de hecho en contradicción con la fe, pero no logran explicar el sentido último de la realidad. En la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad no podemos dejar de leer la racionalidad eterna, y no podemos menos que dejarnos guiar por ella hasta el único Dios, creador del cielo y de la tierra».

La homilía no termina ahí; quizá apenas comienza pues nos abre los horizontes al recordarnos que hoy sigue brillando la estrella de Belén: «la Palabra de Dios [es] la verdadera estrella, que, en la incertidumbre de los discursos humanos, nos ofrece el inmenso esplendor de la verdad divina».

Que durante el año también nosotros, como dice el Papa, sepamos ser estrellas para los demás; así mostraremos a tantos «hawkins» que hay por el mundo quién está detrás del universo, detrás de nuestra vida, detrás de todo.

Fuente: http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=13188

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Marcaron las 12


Marcaron las doce, ya es madrugada,
Mis ojos no cierran, doy vueltas mi almohada,
Y busco en la noche tu voz que me llama,
Y escucho el silencio que no dice nada…

Me imagino verte andando despacio,
Cruzando la puerta con los pies descalzos,
Tus ojos abiertos dulces de cansancio,
Preguntando inquieta cómo había llegado…

Y gira la rueda de todos los días
La música suena y se que eres mía
Si es mio el recuerdo y es mia la risa
Y es mio el cansancio por esta rutina
Que envuelve de negro de a ratos el tiempo
Y tiñe de rojo la marca de un beso
Y por más que lo intento no logro alejarte
De mis pensamientos…

Marcaron las doce, ya es madrugada
La radio que suena la luz que se apaga
Y salen sin rumbo dos lágrimas blancas
Que empañan las sombras mojando mi cara…

Fede M Salinas

Padre


Guardo en el fondo de mi alma
recuerdos de un ángel misterioso
que viene a cada tanto a visitarme
en las horas serenas del reposo.

Me mira desde un mundo diferente
do la vida lo llevó hace unos años;
me mira y me hundo en el abismo
de su amor infinito, de su encanto.

Sus ojos son ríos desbordados,
sus manos palomas en auxilio,
su risa, oh Dios, que maravilla,
Qué bello es el recuerdo de mi Padre...

Espero cada noche su visita
a mi mundo de sueños increibles,
dónde sólo los dos nos encontramos,
dónde sólo los dos nos entendemos...

Querido ángel custodio, padre mío,
figura de amor, de luz, de vida,
la muerte no ha logrado separarnos:
La burlamos cada noche en mis sueños!


Eva L Salinas

Exordio al miedo.



El hombre corre desesperadamente por un oscuro callejón desconocido. Obscuros pensamientos lo persiguen desde hace mucho tiempo. Él conoce a sus enemigos. Secuencialmente comienzan a desfilar por su atormentada razón. Un frío atroz en su cuerpo – y en su alma. ¿Para que correr? Tarde o temprano alguno lo alcanzará y será muy difícil que pueda evitarlos.
Le gritan, pero hace como si no los oyera.
Lo llaman, pero él elude esa convocatoria.
Ahora es él el que grita. Un sudor helado empaña su mirada inane. Trata asirse de algo, defenderse con cualquier cosa, pero el vacío es la totalidad que lo rodea. Está más solo que nunca – o como nunca imaginó estarlo -. Busca en su pecho aquella vieja medalla que le regalara su amada madre el día de su confirmación y no la encuentra. En el cielo lóbrego, bandadas siniestras como el crepúsculo revolotean sobre sus espaldas ya vencidas.
Nada es real.
Llora. Y sabe que las lágrimas son señal de derrota, pero no las puede contener.
Se acerca al final del callejón y cae. No pudo llegar a la tan anhelada salida.
Sus enemigos admiran su fortaleza pero se saben vencedores. Uno a uno se arrojan sobre él y lo devoran cual bestias sacadas de las más horrendas mitologías.
Cansancio, fracaso, oscurantismo, delirio, inseguridad, dolor, enfermedad, muerte comparten un nuevo banquete...